domenica, novembre 21, 2010

Vaso con agua

El vaso con agua me mira, una tableta invisible se proyecta efervescente por mi cabeza. Lo tomo, la bebo, no es nada. Vaso vacío, vaso con agua.

El solitario se acerca. Le digo hola, me dice Fernando. Le tomo la mano, me besa la mejilla, entrecortada una servilleta se desliza con un 204. El vaso vacío mira la servilleta mojada con un beso.

Se aleja, la tomo, me escabullo al baño para sentirme maligna frente al espejo humedecido por mi sin respeto.

Enciendo un cigarro. Mi pierna se enloquece, pienso si ¿ir o no ir al segundo piso? El reloj orient dice atenta, mi boca seca tiene hambre.

Un cuarto rojizo. Mi madre grita, ama y se nos pudre todo.

Plam

Plam

Suenan las once, el transparente vaso bambolea entre mis manos. Se cae, me levanto, agito la cabeza.

ding dong 204

domenica, novembre 07, 2010


Tan profundo como un zapato, depresivamente interesante, aprovechando sus debilidades, como los calcetines robados sobre los pies del más despierto.

A TraveL


Llueve. La radio suena. La noche inundada por el invierno se resbala por los vidrios del auto. Los cerros iluminados por la luna imaginaria dejan entrever una leve silueta por la ventana trasera. Ojos mirando a lo lejos, bocas moradas en silencio, entre las penumbras de los árboles, sombras inimaginables de lo absorto.


El viento choca, el vidrio grita contra el auto, sus gemidos se cuelan por entre el radiador y la música. El cielo canta, cantando desnudo, susurrando en bemol con La, en menor de Sol, en mayor de negro.


Los cuerpos se acercan, la mujer al hombre, el hombre a la mujer, la mujer al niño, el niño al hombre, centímetro a centímetro, en son de carnes y calor, de calor y recuerdos, el sonido del temblor anuda los cuerpos en un solo cuadrado.


El cielo revienta, los cerros se mueven, el mar se rompe. La radio claudica, las horas no suenan, los hombres dejan de ser hombres. El temblor se esparce sobre el cemento sureño.