giovedì, febbraio 11, 2010

El Segundo Mes



Se llenan de lágrimas, sin forma precisa, me lleno de agua. Voy pensando en nosotros, en ellos, en todos juntos y se me llena la cabeza de lagunas. Tengo culpas. He sido insolente, infantil. Fui tu hija, fui desde y en tu espacio. Te recuerdo. Me lleno de agua.

Las orillas se quiebran en la arena, es de piel morena, blanca, son cabellos ondulados, lisos, entrecortados. Son modales sureños, risas largas, abrazos apretados, ojos de luna, cariños de mamita, enojos severos. Eran carcajadas nocturnas, eran historias invernales, tristes, animales, coloridas, aromáticas y tan imaginadas...

¿Por qué fuimos tan diferentes? ¿Por qué te quise siendo sin saber quién eras? Preguntas, tras preguntas inútiles, preguntas de niña, de absurda, de tonto, preguntas de ser humano, preguntas de loco, preguntas de amante, preguntas de hijo... Preguntas para ti...

Se remueve la consciencia, el polvo, las estaciones al saber que no te veo, que no me miras y que no volverás a mirarme. Mi alma grita de desolación al no poder despedirme, mi piel se raja al recordar haber estado a tu lado y percibir que no te dabas cuenta. Veo que el tiempo pasa y tú no pasas, que no pasarás mientras viva, y que no volverás a pasar.

Un pensamiento no me consuela, transcurren los segundos y no te puedo abrazar. Mi cabeza llena de agua me canta las ideas con tu nombre, tus soles de invierno, tu cabello fino, tu cara blanca.

He sido tan niña, fuimos tan diferentes, pero somos de la misma sangre, del mismo coraje. Somos del mismo árbol, cada una con sabores distintos...


...Yo, siempre te quise, te quiero y te he querido…

Las escenas de la vida son crueles, recuerdo lo último que nos dijimos...
No sabes como quisiera cambiarlo...
Quisiera abrazarte, que me miraras, que me hablaras otra vez…

Pero es imposible, no puedo llamar a la muerte, no puedo llamarte otra vez, no puedo pensar en que estás aquí…

Me duele, me duele ser tan pobre, ser pobre de espíritu, no creer en la vida desde el cielo, no creer en esa energía tuya que se supone me cobija, no puedo y sólo me pesan los recuerdos…

Una revista con chalecos y tu mano arrugada mostrándome las posibles figuras que me querías regalar. Que tonta fui, que niña me veo...

Es tan injusto ser, olvidar, vivir, perderse en tus años, en los mios, jóvenes en mi caso y viejos los que fueron contigo. No perdono mi insolencia, pude haberte hecho feliz cantando como siempre lo agradeciste, pude haberte dicho que eras una vieja querida, una señora inteligente, llena de carácter, llena de ti, con fuerza, pasión y coraje…



Como quisiera rebobinar la cinta, votar la revista y abrazarte, decir que te quiero, decir que no quiero que te vayas, que me duele no tenerte conmigo…pero eso es hoy...ahora en donde me pierdo en mi dolor, en los recuerdos, en el remordimiento, las palabras, tus cabellos, tu casa, tus mantas, tus galletas de vino, tu néctar de durazno, tus mañas, tus siestas, tus lentes, tus manos, tus uñas…Todo tuyo y que ahora no es más que parte de nuestros recuerdos…

Pienso en nuestros viejos, esos viejos que sufren por tu ausencia y mi pieza se inunda de dolor. Tus hijos, tu marido, tus cosas y tu rededor me sujeta el cuello como queriendo matarme de pena. Quisiera pensar en bonitos recuerdos, quisiera que una sonrisa se me dibujase en la cara y decir: “Cada vez que te pienso me pongo feliz de haberte conocido”…

La verdad es cruda, injusta, sabe a hiel, sabe a duelo, sabe a espinas. Fuiste maravillosa, celosa. Estricta, cantarina, fuiste mi abuela, actriz, enfermera, dictadora, compañera. Salvadora, fuiste tanto que hoy no me cabe en la cabeza que ya no estés para nada…

Podría seguir escribiéndote, llorando, desgarrándome, pero injusto para tu memoria y demasiado tiempo gastado en la tristeza que me entrega la enfermedad más odiada. El olvido no me suelta, maldito olvido que me la quitó antes de llamarla, antes de cantarle, se la llevo en vida, se la llevo enfrente de todos, injusta, maldita… Te quería, me querías, los querías y amabas…

Maldita te la llevaste, le cegaste, la aislaste, ella no lo merecía, maldito olvido, maldito nombre, maldito lo hiciste…La dejaste sola, sola mientras nosotros queriendo verla nos llorábamos sus pasos…Yo la miraba, desconocida... Maldita…maldita condición de la enfermedad humana…

Te quiero…te recuerdo, soy una parte contigo, eres de mi en la sangre, llevo tu ímpetu, tu insolencia, tu terquedad, te llevo conmigo, te llevo queriéndolo y sin querer este dolor. Mi querida vieja, perdóname, no puedo decir tu nombre… Me duele compartirte ya, porque sé que perteneces sólo a una idea…mas te quiero como si fueras de verdad…

giovedì, febbraio 04, 2010

olaSolas

Decir algo…¿cómo empiezo?…cómo comienzo eso que quiero contar sin que parezca burdo, sin aparentar que soy de alguna clase, tendencia, color o raza ¿Cómo lo hago? ¿Cómo podría ser yo sin ser parte de algo? Así, por completo, solamente, yo…

Mi nombre es el que me pusieron un día cuatro de septiembre por los ochenta y tantos del siglo pasado. Era pequeña, era de pelo ralo, era morada, roja, amarilla, morena. Manos arrugadas, ojitos cerrados. Nacida de dos humanos, pedazo de carne sin consciencia, pedazo de enfermedad sin referencias. Olor a carne, sangre y huesos pulmonados. Concepción, fue en ese lugar el que en realidad nunca estuvo, ya que, Talcahuano lucho por mi vida al fin y al cabo.



Eran las Higueras Hospital. Pasillos verdes, blancos, pasteles, camillas, mujeres, enfermos, dictadura, miedo y mucha humedad…Me imagino que enfermeras de pelos negros, hombres de narices anchas, espaldas agudas, brazos de tijeras y frentes de sol fueron los que vieron a mi madre deambular por sus noches. Desde esos tiempos de casi primavera, tiempos de guerra y miedo y de hojarasca de metal.

…Humedad, humedad que todavía queda sobre los restos que llenan mi soledad (milanés de mi niñez)…

Concepción me llamó, me nombró Tanya unas cuantas veces. Sinceramente, no sé cuando lo noté, no sé cómo supe que era yo. Sé que entre las arboledas, el pasto, la arena, el frío, mi alergia y el mar, mi cuerpo débil trató de leerse, incorporarse entre los demonios de la gente, amar y entenderlos…

…Tanta maldad concentrada en un pueblo, en los animales, en el aire, en los sonidos, tanta indecencia, tanta mugre, tanta violación a la expresión, que no quisiera seguir conjeturando en todos los posibles rincones de la infancia desde donde lo descubrí.

Lo tenebroso de la vida se abre espacio sobre la imaginación inmensa de un infante. Imaginación que trágicamente se cierne en una realidad peor que la dimensionada…
Piezas, muñecas, sábanas, que eran mías, abrigaban y cobijaron los gritos del tiempo. Vidrios empapados, lágrimas sureñas, nubosidad desesperanzada aumentada por la mente de un niño que, con el paso del tiempo, deforme recuerda cualquier cosa mientras su pecho recuerda sólo el frío que a un niño le deja el miedo de una vida incomprensible.

Avergonzada de mi, de mis recuerdos, el contexto arribista de los pequeños pueblos me molesta en la cabeza, la mochila del rico ignorante junto con el retraso del pobre que no se respeta a si mismo me grita: MIERDA, DI MIERDA CON DECENCIA... Dime que no quieres que te aplasten sin sentirte un peón…di que "No estás de acuerdo", utilizando un lenguaje digno…porque ser pobre, porque ser normal, porque ser persona significa saber comunicarse con dignidad.;">


Cómo decir ¿Cómo termino?…Cómo finalizo esto que quiero confesar…
…tengo sed, tengo miedo, mi lengua se muerde, mi lengua se zafa, se contrae en el suelo, se pisa, la operan, se vomita. Reniego de mis pensamientos, sometiéndome a ustedes, me rindo sin quererlo…Porque nací rendida ante el mundo, llorando, gritando, muerta de mi, alejada de mi decisión…porque nadie quiso estar aquí, sé que todos los que se cuestionan la vida pensamos aquello, porque yo soy como todos y como nadie, en tanto, deseo… como quisiera ser única…ser única pero, a la vez, ser comprendida, que deseo más absurdo, porque para ser único deben no entenderte, ser fuera del sistema, volar, atravesar, ser concreto y terrenal a la vez…

Por esto, concluyo que es imposible terminar lo que intente comenzar a contarles… ¿Quién soy?