lunedì, dicembre 15, 2008

Contando

No me importa contar esos registros que jamás veré de frente.
Ya los he matado, los quité, dejé abandonados desde mi, por mí y para siempre.
Ya no tengo siquiera un contador de letras, de ánimos, amigos, contador de días, horas, centímetros, pasos, abrazos, bofetadas, golpes, rasguños, caricias, besos, asaltos, miedos, llantos, malhumores, pues todos los he botado lejos de la importancia.

Y todo esto porque no quiero ver tres mil, ni mil, diez o cinco numeros que indiquen las veces que cualquiera hace click para descubrir lo que no está. Nadie al entrar a cualquier parte verá algo real, forme, concreto, en mi caso, una mujer u hombre desfigurado y armado desde la imaginación de cualquiera pensará que estoy completamente desquiciada o tal vez no entenderán el sentido de mis ideas, pero indiscutiblemente me verán, sea como sea, verán lo que quieran ver de mí.

Las palabras no son más que conjeturas y, lamentablemente, nada es real aunque con sangre lo escriba quien lo escriba. Yo no puedo probar que soy una mujer si escribo como hombre, no puedo probar que soy un hombre si escribo como mujer. No puedo ser yo si nadie sabe quien soy yo, no puedo contar lo que incontable no importa, agradecer por lo que hace un mouse lejos de tu interés.

¿Quiénes serán?
dos veces entrarán mis amigos,
cuatro ingresaran los mirones,
diez los enamorados,
nueve mis hermanos,
veintinueve veces entrará la publicidad no deseada,
cuarenta ingresarán por equivocación,
cinco por obligación,
nueve por curiosos,
treinta por morbo,
unas cien veces entrarán mis enemigos,
otras cien mis más cercanos amigos,
cero veces los que admiro,
menos cinco los que ya se han ido...

Los números pueden alimentar a cualquiera que desee ser feliz con atención, mas la atención equivocada no sé si satisfaga a quien escriba por deporte o por amor a la expresión. Mas aseguro que el amor por cualquier cosa no se cuenta con las visitas, ni se enriqueserá con los amigos que te palmen la espalda mientras tratan de terminar de leerte rapido.

Quisiera un contador de ideas, un descifrador de miedos, un detector de fantasmas y un poco de tranquilidad antes de escribir un par de lineas amorfas en un blog que ni siquiera me gusta del todo.