mercoledì, aprile 08, 2009

Soy una mala costumbre


Tengo una cosa llamada cabeza que a presión se queda en su lugar, a presión responde, grita, a presión trastorna, a presión solloza.

Fría en su cubículo la señorita sonríe, aprieta los brazos, mira a su alrededor, jadea de frío. Tal vez debería tomar ese remedio que le recomendó Eliana. El teléfono no suena.

M: Señorita…Señorita… podría comunicarme otra vez por favor…

M2: Claro, espere en línea hasta que le de la señal…

Sus uñas rosadas se estremecen, su mano izquierda aprieta el relicario, su bolso bambolea sobre sus caderas, mientras, ella inquieta se acomoda una y otra vez sobre el asiento.

M2: Está en línea…

La guía de teléfonos negra y gigantesca se abre ante la impaciencia de la cabina. Hojea un poco. Ondula su pelo con el índice derecho. Su corazón se impacienta. Se le aprietan sus deseos sobre la madera. La garganta se abre sin sentido hacia el vacío. El estómago despedazado por dentro se duerme. Las manos pierden sentido del ritmo.

M: Gr…acia...s…

M2: No hay por qué. Que tenga un buen día.

Los puntos pequeños del abrigo salen con ella del lugar. Los lunares van abriendo el frío corazón de la silenciosa mujer. Los paraguas bailan sobre algunas manos. Gorros frenéticos se van de sus cabezas hasta el agua. Los negros tacos de la fría dama se hunden mientras caminando va otra vez.

M2: Quisiera cualquier cosa. Fumaría un cigarro. Otra vez lo mismo… Fumaría un papel de diario. Me fumaría la vida…

El viento se levanta un poco. Su vestido gris muestra un pálido tobillo. Algunas chaquetas la miran. Las bocinas le gritan amores. Recuerdos entre invierno se asoman por su espalda. Los cigarros de la esquina la llaman a caminar por ellos.

M2: Hola, me da unos de esos…

V: Claro linda…

Se va en dirección a la Plaza Ecuador. No tiene planes para esta tarde. El almuerzo jamás se cocinó. La cama aún tibia la espera con tranquilidad perfecta. El baño humeante de su ausencia se resbala entre sí mismo. La caminata la aleja de la casa, mientras la casa la llama con locura.

Un par de minutos transcurren. Enciende el cigarro. Baja la capa de su lunareado abrigo. El humo la acompaña…

H: Hola…

M: Qué tal…

H: ¿Cómo has estado?

M: Muy bien...

H: Sabes mi respuesta…

M: ¿Por qué me saludas?

H: A veces te extraño …

M: No es mi culpa…

H: ¿Qué pasa? Mírame

Te veo mal ¿Es por mí?

No seas cobarde, vuelve…

M: Déjame, estoy fumando, sola.

Vine a este parque no por ti, vine por mí. Sola aquí, terminándome un cigarro. Que rico está este cigarrillo, no tiene filtro...

No estoy de ánimo, para esto...

H: Piensa en mí un poco. Todo lo que di...lo que represento. Sabes que puedo hacer de ti la mujer más feliz de todas...

M: No. Sólo me fumo un cigarro. Te quiero.

Por favor, déjame sola…


La lluvia se levanta


H: ¡TE ARREPENTIRÁS!

Siempre supe que eras una cualquiera, una zorra... ZORRA, una puta, PUTA, maldita puta, mal nacida…

El cigarro se acaba. La lluvia comienza a soplar sobre su cabeza. Algo salado baja por sus mejillas. En invierno. No tiene dinero para viajar. No tienes amigos para acompañar. No tienes hijos a los que cuidar. No tienes mascota, madre, hermanos ni razón para esperar la cena.


M: Yo quería que me respondieras…
hoy…nunca más… lo haré...sólo un cigarro conmigo... mañana habrá otro.... pasado cualquiera que sea parecido, café, negro, rojo... la semana siguiente, esa semana uno que pueda ser fumado…en unos meses aceptaré colillas frías, mojadas, escupidas… el año próximo, esos cuatro en veinte años que sólo querré a cualquier cosa que pueda meterme a la boca…


domenica, aprile 05, 2009

Positivo



No me conoces. Te llamo. La almohada nos aconseja. No nos hablamos. Espero un poco. Desesperados nos ponen las mañanas. Dormimos separados. Comemos dormidos. La temperatura nos abre los ojos. Me llamas. Amarillo, celeste y gris. El vapor nos inunda. El reloj nos apresura. No sé si lo quiero. El metro está lleno. Las calles amarillas. Las escaleras son veinte. Andas apurado. No sobrevives a las emociones. Los ciegos te aconsejan. No quiero comer. No respiro. Quieres comer. Bailando proteges tu mente. Tal vez sea el destino que me hace recordar que lo que vive no es más que mi árbol. Quizás sea la vida la que te ha abandonado de tanto cariño. He dejado regando algunos problemas a cambio de tu compañía. No nos ha servido de mucho la distancia ni el desapego. Deseo que no mueras mañana. Los celos y las inconsistencias siempre serán mis confidentes. Te dejo esta carta sin cellar, no quiero discutir ni tampoco quiero que me quieras. Esto es para ti y nunca será para tú nombre. Ámame, yo no sé hacerlo bien. No tengo apellido, punto ni final. No tienes silencio, sombras ni corazón. Quiero dejar de pensar en que la vida tiene un sentido y que no puedo contener lo que ello significa estando fuera de tu puerta. Todo esta lleno de basura. No te conozco. La mañana te mira, las calles, la luna y mis campanas soleadas. No quiero, no quiero nada. No puedes saber de mí. Los días van pasando. No te conozco nada.