mercoledì, aprile 25, 2007

Las inconformistas

Somos muchas. Caras cambian durante las estaciones al igual que el viento, la materia los hombres y sus mentes. Somos muchas, tantas formas entre otros símiles que perdemos la conducta y nos permitimos revelar a las falsedades entregadas a lo que "no" aspiramos a ser. Nos apagan, nos maniatan una por una, una a otra, dos y tres veces hasta anularnos por completo.

Somos muchas entre bestias, entre bestias nos alejamos de ser y por esto quiero que entiendan que somos no “sólo en una”, sino en muchas direcciones lo mejor que podemos sentir y pensar. Podemos luchar y llorar sin que cueste rompernos por dentro, podemos gritar, golpear y amar sin perder nuestro sentido humano. Podemos decir un te amo sin pensar en sólo acabarnos, maldecir sin vergüenza, sufrir frente a todos y aún así no sentirnos menos.

¿Cómo no recuerdan? ¡Somos muchas! ¡Somos!

Luchamos a diario en contra de las leyes físicas, los lavados de cerebro, en contra de la maldad de los que nos manipulan, las discriminaciones, la belleza, las clases, las tendencias, el occidentalismo, los simbolismos y sus mercados y, aún así, sabiendo todo esto seguimos intentando que nos comprendan sin muchos resultados.

Somos muchas entre las ideologías perdidas, siendo más que letras, códices, plumas y/o estructuras pues somos sus olores, texturas, sangre y luchas. Somos más que las perdidas de la historia y las olvidadas de las guerras, porque estamos por sobre los nacidos y soportamos a la vida antes y después de su muerte “amén”. Somos más que una, somos más que ciencia somos, somos lo negro y lo blanco, las serpientes maldichas, las asquerosas mal nacidas, las odiadas, deseadas, las hermosas hadas, las mancilladas, magnificas perdedoras, estafadoras, mentirosas, abandonadas, desdichadas, somos en tantas y distintas vertientes, rectas, colores, metas, mas durante nuestras vagas conciencias recordaremos sólo dos preciadas y aterradoras nosotras. Esas que aman a quienes aún no entienden y esas otras que luchan por crear lo mejor que puedan desde lo que nunca pensaron obtener.





domenica, aprile 22, 2007

Wings



Mira sus alas, mira que hermosas, su gracia me aterra, me atrapa, ella me enloquece junto con todo esto porque quiero tenerla, la necesito ¡Maldición! Sé que juré, sé que nunca volvería a pensar en ella, pero vuelvo a recordarla, sus alas, es perfecta...

Sé que mató a su padre, que huyó desde su pueblo hacia quien sabe dónde, además me han dicho tantas cosas torcidas de ella. Sé que asesina, que devora todo a su paso, me han contado incluso que está maldita y que desde sus ojos lleva el odio de su karma. Pero ni siquiera eso me aleja, no me importa porque quiero verla, no me importa, quiero hablarle ¿Qué dirá ella si me ve? Sé que es fría, mentirosa, impredecible y a pesar de ello no quiero creer que no me recuerda.

Tenía sólo trece años, sin parientes o hermanos. En la escuela nadie jugaba conmigo, era el que miraba a la gente pasar sin intervenir, era un extraño que inquieto pensaba y nunca decía mucho. Era torpe con la aritmética, bueno en artes y algo me gustaba la biología. Me gustaban las cometas, pintaba a veces sobre las murallas de un viejo hostal, siempre quise ser un gran dibujante. Recuerdo que fue a mis trece años cuando la vi por primera vez. Ese día estaba algo nublado, recuerdo que manché mi camisa con algo de acuarelas. Ese día el agua inundaba todo el comedor, el teléfono sonaba una y otra vez. Mi madre maldecía a mi padre, yo aterrado no sabía cómo reaccionar y comencé a mirar por cada una de las ventanas del lugar, gemí luego al verlo sobre el piso ¡alguien me ayude por Dios! ¡Por Dios! ¡Por Dios! ¡Sáquenlo de aquí! Y después sólo fingí. Ayudé a mi madre, conversé un rato con unos hombres de azul y cascos algo absurdos. Subí al ático, abrí la ventana, oí a mi corazón reír descontrolado, desabotoné mi camisa y antes de saltar ella me miró.

Estaba sentada con los brazos cruzados, su cabello largo brillaba al extremo del ático a causa del tragaluz de la esquina. Miré sus alas por largos segundos, invadí su risa, sus manos, imaginé como podrían ellas quitarme la sed, la maldita angustia, el tabaco de mi madre, las desgracias de aquel hombre sobre el piso e hipotetisé una vida sin peligros junto a ella, junto a “mi pequeña ella” que perdí por dudarlo al verla tan de cerca sin preguntarle el nombre y sin poder dejar mi soledad.

Hace unas semanas que cumplí veintiséis y no había vuelto a pensar en ella hasta este día. Revise unos libros, postergué todas mis visitas hasta noviembre, retomé mi búsqueda y comencé preguntando por cada rincón de Loen. Eran sus alas, los antiguos olores, en cada cosa de mi habitación que me rodeaban como espantos y laberintos. Fui al médico, con el sacerdote, llamé a la policía, visité el hogar de vagabundos, telegrafié a los más cercanos y no hayé más que plumas, restos rotos, historias inconexas y a mi madre.

Pasaron dos meses, luego cuatro, mis manos comenzaron a tiritar por las mañanas, no podía probar comida si no llegaba alguien y me obligaba a hacerlo, me puse flaco y desgarbado. Me la pasaba llorando toda la semana sin razón alguna, gritaba mientras mi madre fenecía en su cuarto, gritaba hasta que llegaba la noche y el cansancio me dormía en pesadillas, esas de extrañar a eso que ni siquiera tiene nombre y lo sé... ¡Era ella! ¡Sé que debe ser por ella!

Recuerdo que, en una de esas búsquedas nocturnas por los bares, un viejo despertó mi curiosidad al hablar acerca de una mujer con alas la que, según él, lloraba de hambre cerca de la estación de trenes del pueblo de Qeroal, posaba sus maldiciones en los hospitales de Seintúd, que viajaba por las estaciones con los vagabundos y estaba en tantos lados como la peste diseminada en nuestra comida. Y no pude evitarlo, quería acercarme, callarlo ¡Golpearlo! ¡Maldito viejo! La gente me atrofiaba el paso, se agolpaba para oírlo y él con más ahínco contaba sus historias, detallando como si hubiera visto cada forma de ella, su olor, sus ojos, su piel ¡Él no paraba de hablar! Decía que ella tenía el mal en sus entrañas y que su maldad se alimentaba del miedo de la gente, del derredor frío de nuestra gente hambrienta, de las malditas guerras. Mas no lo pude evitar ¿cómo no callarlo? ¿Cómo no defenderla? ¿Cómo no sabe que ella es pura y bondadosa? Pero ese hombre está loco y era su mirada la que lo delataba esa noche.

Mientras el seguía vociferando mi ira iba en aumento, me subió el odio hasta las ideas y las ideas llevaron a mis pasos a acelerar la rabia. Caminé, sudé, lo increpé y desde mi bolsillo saqué mi pluma edición noventa para abalanzarme sobre su mesa, tiré unos billetes ¡Viejo Maldito! ¡Viejo asqueroso! ¡Viejo mal nacido! Y sobre su maldita garganta atravesé la pluma. Estaba demente gritando, lloraba y él ya no era un hombre. La mesera vuelta loca comenzó a pedir ayuda, la gente casi discapacitada observaba con morbo el cruento espectáculo y mientras la sangre se pudría en mi interior, sentía que ahora ese maldito ya no podría hablar más de ella.

Corrí lejos, tapé mi rostro con mi bufanda oscura, boté mis ropas hasta quedar casi desnudo, huí lo más que pude, sin embargo nunca dejé de oírlos a lo lejos. Los cascos de los caballos movían el piso de Qeroal, resonaba mi corazón como puntas asesinas. Y otra vez la sentí cerca. Ella estaba allí, mirándome, cuidándolo todo, tan cerca estábamos el uno del otro que mi corazón reía al saber que quizás hoy sería la última espera.

Y ahí estaba ella. Llegué hasta el puente del río Sprohën, ella tranquila me indicó el sendero para dejar atrás a la policía. Desamarré mis zapatos con torpeza sin quitarle la vista de encima. Estaba tan hermosa, brillaba como la primera vez que la vi, era ella, su figura algo había cambiado pero ¡era ella! su postura, su sonrisa, siempre supe que la volvería a ver y que ella no me había olvidado. Y de pronto se aleja ¡Espérame! ¡Hey! Tiré mis zapatos descontrolado, corrí por ella mientras del otro lado me decía que la siguiera con sus miradas. Casi podía besarla, casi podía dar todo por ella.

Las luces de la policía distraen mi atención mientras las balas detonan la caída ¡No nos separarán Malditos! ¡Por aquí rápido! ¡Espera! ¡Allí está! ¡Malditos! ¡Allí está! ¡Alto! ¡Déjenme en paz! ¡Disparen! ¡Por aquí! Contengo la respiración hasta que el agua sujeta todo mi cuerpo, mi cabeza está confusa, apenas distingo el fondo del agua, tengo miedo ¿Dónde están tus alas? Todo se llena de agua, ella me enloquece junto con todo esto ¡Sáquenme! ¡Por Dios! ¡Por Dios! ¡Ayúdame! Esos hombres ¡Abrázame! ¡Por Dios! Siento algo extraño ¿Dónde están tus alas?

mercoledì, aprile 18, 2007

Mosquetero



Usted no llore que parece mujer. Mujer soy yo y tú me crees objeto ¿Por qué me mira mientras le digo lo que siento? Huimos luego de tanto querernos. Dime niño ¿qué es lo que tengo? ¿acaso miedo emano cada vez que te beso?

Usted que mira cada vez por sobre el hombro, a esos otros que quitarle quieren lo que respira, acaso sabes a qué hombre miras, intuyes a qué hombre sientes cuando estoy dormida, tal vez sabrás que sólo quieres diga que soy y así no me ausento. Eres mía, piensas, y yo soy mía entiendo.

Usted que abusa del parecer occidental, hable ahora y explique que es lo que intentas cada vez que supones entiendes que pienso. Sabes que no quiero esto, sabes que no eres al que beso mientras duermo, entonces, ¿quieres llorar conmigo objeto?

Soy mujer pero también hoy comienzo. Dije hija, huelo a hermana, fui amante, proyecto a una Madre y me encierro en tus flaquezas de hombre. Mírame tú que me crees objeto, escúchame tú que sabes que no embusto ¿acaso seré yo quien llore después que sepas que ya no te quiero?

Usted que abusa, usted que mira, usted no ...


domenica, aprile 15, 2007

Tic Tup


Son las tres de la mañana, no tengo nada para darte. Me conformo con mirar a lo lejos tu figura mientras en el segundo piso tratas de entenderlo todo. Tal vez, la noche está bamboleada y, simplemente, no tengo nada para darte.

Mañana partiré y luego te marcharás, lo sé. Mas ahora no puedo entender por qué no tengo algo para dar. Busco entre mis ropas, urgo entre mi memoria, intento entrelazar lo ido y lo posible, nada es suficiente, sólo ese dar que no encuentro por ninguna parte...

...puedo seguir amándote sin el tacto, sin mentiras, celos, competencias, realidad, puedo batallar en contra del tiempo, jurar por la muerte e incluso decir "lo siento" sin sentirlo, pero no es suficiente.

Pude seguir esperado sin tener salidas, compañía, respeto, caricias, esperanza, corazón, pude tantas cosas, tantas pude sin tí, mas nunca tuve, ni siquiera ese algo para darte después de tanto que aprendí intentándolo…

lunedì, aprile 02, 2007

Al Indomable



No sabía que el silencio me iba hacer perder

al tiempo, los amigos y a la razón, esa que hoy sucia de tanta inconsecuencia me embriaga con el olor de tu nombre, verdugo maldito que extraño tanto a veces…

¡Cómo no extrañarle!

Inunda al universo con sus momentos

Y no existe frío, enemigos ni hambre, capaces de detener a todos esos segundos que viven desde su género para amarme.

Sujeta mi vida con tanta verdad que ya no creo en filosofías e incluso el tal existencialismo que tanto alabé un día, me parece una blasfemia ante sus ojos negros, profundos y…

¿Cómo no quererle?

Si las horas avanzan y el deseo de sus manos sobre mi piel me vuelve a la perdida. Mi cabeza grita furiosa con cada sueño que retoma sus cariños de papel y yo ya no estoy sobre esta tierra.

Estoy a salvo. Pienso en sus labios, los dibujo y me cuentan que debo despertar. Aquella boca que me niega a la soledad, que se hace cómplice del desdén junto al café que me espera. Lo miro, confieso, me voy hundiendo entre sus revelados amores de humedad y cafeína. Mi pupila enfoca, el reloj camina sobre la muralla y te sigo buscando aunque no lo quiera. Sin lógica, algunas lágrimas y sólo te ríes de mi inmadurez .

Inocente pretendo contarte mis pesadillas. Te abrazo, te amo sin pensar en un después - Mi cuerpo pierde sangre esa mañana - ¿Bésame? – olía sus palabras cerca de las mías - una frase dulce se dibujó desde tu boca para decirme niña. Mi corazón se detuvo por segundos y la pieza comenzó a desvanecerse bambolear. Enciendes la calefacción, me arropas bajo tu cama, temes, no puedes huir y no logro expresar todo esto que tengo en la cabeza.

Me dedicas la mañana, esa que creí lejana de la crueldad, tu voz se pierde lentamente. Tu cuerpo se deshace junto a la memoria y junto a ti me extingo, parto de la felicidad de ese instante compañero, lúcido, amante y dulce niño, para volver a jugar entre las buenas noches amoramor asesino…amor maldicho.