Mis ojos, te inquietan. Mis cejas, montañas de tierra partida, sin verdes no alcanzan a vivir, sin agua me recuerdan a tus ancestros.
Mis manos, acusadoras, son como las de aquella carne fría, carne yerta, condenada, traidora entre sus hermanos, traidora pretende entorpecerte.
Mis labios, como los de otra, huyen, están golpeados, egoístas de valentía son maldichos otra vez por si mismos.
Desde mis entrañas en la arena, desde el fondo de mi vientre, mi voz, silenciosa, nunca podrá ser parecida, aunque haya querido semejar lo que deseaste, aunque nunca pudo ser destrozada y desangrada por cobriza, fui azotada, fue mi inexistente derrotada por tu fanatismo.
Algo está perdiendo el aire, lo siento desde el invierno pasado,
Algo se está evaporando entre nosotros, me dicen las hojas de tu piel dañada.
¿Será la vida? Será que nadie entiende lo que nos sucede.
Será mi temor, el miedo a la enfermedad, el terror a la muerte, sangre, sudor y guerra. Guerra que nos ampara, que nos invita a vivir con los heridos, desde ahora hasta la hora del futuro lo que nos mantedrá unidos.
Lo sé, desde mi centro siempre exudo ébano, porque mi sangre es de mar, porque mi aliento es lastimero, no tiene sentido que te mate, porque has de vivir inclusive después de la vida entre nosotros.
Dime, ángel, estamos muriendo.
Dime, perverso, ¿me quieres atrapar?
Dime, asesino, me quieres revivir.
Dime, farsante ¿me quieres decir la verdad?
2 commenti:
Estamos todos perdidos y nadie tiene la verdad absoluta. Ese es mi pensamiento de la semana, y del año, y por todos los años q me quedan de vida.
Posta un commento