domenica, giugno 01, 2008

Caída libre.


Los sonidos se agolpan, la razón se asoma sobre los muertos. La caída libre de nuestras almas, encierra lo imposible de estar vivos.

Sombras, niños, hombres y muebles gimen su destino enfrente a los espejos.

Nadie espera a nadie, el tiempo nos estremece con sus mentiras. No obstante, siempre espero a otro, en tanto, siempre me espera el mismo.

La verdad no me desea, pero deseo vencerla. Mas mi manera de luchar no se asemeja a la verdadera forma que proviene de mi tierra.

La añoranza de ser libres es un absurdo, no la busco.

Por esto, mis amigos, me someto a la palabra, a la palabra simple del cariño.

Y entonces, todos vendrán y me apretarán la garganta con maldiciones inconcretas y pesadillas cardíacas constantes, cada vez que recuerden que me sometí para entregar algo mío por sostener la palabra simple que siempre recuerdo.

No lo deseo, pero lo hago.

Mi pecho exprime al aire, entra, sale una y otra vez, mi cuerpo se cansa. Estoy agotada de respirar. Tomo una botella. Abro la ventana. Prendo el televisor, lo dejo en “mute”. Enciendo una canción desnuda. Entra el frío al cuarto, entra un cuarto en mi cabeza, mi cabeza deja salir a las ideas, las ideas buscan escaparse de este cuarto.

No más sonidos, no los quiero, quiero respirar por la ventada sin más ventanas.

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