El solitario se acerca. Le digo hola, me dice Fernando. Le tomo la mano, me besa la mejilla, entrecortada una servilleta se desliza con un 204. El vaso vacío mira la servilleta mojada con un beso.
Se aleja, la tomo, me escabullo al baño para sentirme maligna frente al espejo humedecido por mi sin respeto.
Enciendo un cigarro. Mi pierna se enloquece, pienso si ¿ir o no ir al segundo piso? El reloj orient dice atenta, mi boca seca tiene hambre.
Un cuarto rojizo. Mi madre grita, ama y se nos pudre todo.
Plam
Plam
Suenan las once, el transparente vaso bambolea entre mis manos. Se cae, me levanto, agito la cabeza.
ding dong 204
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