sabato, agosto 21, 2010
ready, able
Los recuerdos nos acogen, nos asustan y nos atormentan. La mañana brillante golpeaba las cortinas, el gato maullaba entre los pasillos de la casa, el auto encendido despedía a mi madre por la mañana. La ventana izquierda de la pieza brillaba fulgorosa mientras durmiendo recordábamos tantas cosas.
Su cara tranquila, su pelo corto, sus anteojos de carey, sus manos venosas. Mi corazón latía rápido, como corriendo, como escapando, mis ojos se inundaban de lágrimas, en tanto, temblaba despierta y dormida nerviosa la veía. La miraba, me miraba absorta y absoluta, su rostro tranquilo me hablaba, yo sin poder entenderla.
Pensaba decirle que la extraño, pensaban las palabras que gritaban, las palabras enfadadas, las palabras emocionadas no decían, mis labios no podían moverse.
Eran las nueve de la mañana, el día brillaba, de lado desperté apretando una almohada, el gato caminaba por el pasillo, mi corazón latía sin parar…
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