
Los comerciales de televisión nacional apuntan a estimular la vista, mente y crear necesidades que no existen a punta de imaginería y mensajes de pertenencia que nos enajenan a diario.
Por ejemplo, tanta información comercial, prototipos de cara, vestuario, lenguaje, etc, obligan a personas blandas, poco seguras y débiles, como por ejemplo las niñitas(os) que llevadas por la moda y los estándares de belleza deben operarse la cara, recortar sus narices aguileñas, subir sus pómulos, o lo que se les ocurra para ser feliz.
Por otro lado, tenemos a una eterna Cecilia rubia que viaja en cruceros y usa sombreros caros y que nos demuestra que la felicidad es posible sólo con compras en la semana de belleza.
Leemos los diarios populares y alguno que otro admite que es gay, que se casa otra vez o que tal vez un club internacional quiere su pase. A nadie le importa o quizás a los que pagan sí.
Es deprimente la vida, vivir en sociedad es deprimente. Es extraño que al ver la televisión o disfrutar de series la palabra depresión venga acompañado de pensar.
Creo que ayer viendo una serie liviana e insignificante un personaje bastante tonto dijo:
Yo pensé que la depresión sólo la sentían las personas inteligentes, pero estoy deprimido. Espero que sea un mensaje oculto y que trate de decirle a la audiencia que no piense más de la cuenta acerca de su vida sino podría llegar a odiarla.
Sigo aquí, sintiendo rabia, pensando en que queda tan poco para ser parte de la sociedad, del sistema y me aterra tanto lío, mentira, machismo, superficialidad que a veces no sé que hacer con mi mente.
No soy rubia, no soy linda, no soy millonaria, no tengo una familia importante, sólo soy sensata, trato de no mentir, trato de llevarme con la gente, trato y trato, pero es complicado aceptar que no me gusta que me vendan la felicidad por la televisión, que no me quiero teñir, que no quiero ponerme cosas falsas aún, no quiero…
Creo que soy pesimista y que esa es la razón de mi pobre capacidad de tolerancia y relajo, la que me genera esta asfixia mediatica y decepción social por mi lugar de origen.