mercoledì, luglio 14, 2010

Día de mierda




La verdad que cuando empezó el día no lo sentí así...

Lloraba como Magdalena, por impotencia, pena y estupidez. Esperé una hora para que me atendieran, nombre, edad, estado civil, nacionalidad, hora del suceso. Todos me miraban con cara de pena, me preguntaban en que curso iba. Me debo haber visto tan pollito, llorando, porque lo sentí. Porque tengo la culpa…

Eso fue lo que me dijeron cuando llegué a mi casa, que yo tenía la culpa.

Hacía frío durante el camino a mi casa. No tenía ganas más que de seguir culpándome por la nada, porque tengo mucha consciencia y demasiado fuerte el lado de aceptación familiar que una sola palabra de mi núcleo imperfecto y exploto, sangro, me destrozo y me prendo fuego...

Y fue cuando lo escuché, entonces, fue cuando también me dijeron que las anteriores veces también tuve yo la culpa. Considerando que aquella anterior era la de un hombre en bicicleta que me persiguió cuadra y media, mientras yo gritaba, como en esas películas de horror en donde no hay salvación más que morir o ser salvado, yo también tuve la culpa de andar con zapatillas, una chaqueta larga, audifonos, tuve la culpa de ser perseguida por un hombre en bicicleta que me persiguió cuadra y media sólo para agarrarme el culo..Si no fuera porque había un edificio, gente y un conserje que no me dejó pasar quizas que más habría pasado..Pero, claro es mi culpa, soy una PUTA

Y una frase magistral viene a mi mente enferma: Bendecidos edificios iluminados por no permitir una violación en Santiago. Bendecidos sus hijos, sus nietos, sus mujeres y sus animales, porque son bendecidos por los hombres del señor, los que los traen a la dicha de elegir si matar o dejar vivir. Amén

Hoy me quejo, por algo burdo, por algo cotidiano, por el sistema de mierda, que roba todos los días a gente como yo, gente como cualquiera, normal, mientras los cuicos andan salvados por la campana sobre autos, jets y pegasos, mirándonos como nos vamos apretados en el Transantiago…

Apretados, uno en uno apretados como sardinas en un metro en donde te tocan todo, te asaltan y te tocan, te tocan y se masturban, suben los precios, hay horarios punta y horarios verdes, huele tan mal, pero nadie ayuda a nadie ni hace nada para cambiar esta realidad…

Me carterearon, fue un mal día, recordé mi mala suerte, agradezco que no me pasó nada malo, pero me siento tan triste porque me hace sentir culpable un sistema que te invita a enjuiciar a todo el "roto", feo y hediondo que te roza la chaqueta “sin querer queriendo”…

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