No me conoces. Te llamo. La almohada nos aconseja. No nos hablamos. Espero un poco. Desesperados nos ponen las mañanas. Dormimos separados. Comemos dormidos. La temperatura nos abre los ojos. Me llamas. Amarillo, celeste y gris. El vapor nos inunda. El reloj nos apresura. No sé si lo quiero. El metro está lleno. Las calles amarillas. Las escaleras son veinte. Andas apurado. No sobrevives a las emociones. Los ciegos te aconsejan. No quiero comer. No respiro. Quieres comer. Bailando proteges tu mente. Tal vez sea el destino que me hace recordar que lo que vive no es más que mi árbol. Quizás sea la vida la que te ha abandonado de tanto cariño. He dejado regando algunos problemas a cambio de tu compañía. No nos ha servido de mucho la distancia ni el desapego. Deseo que no mueras mañana. Los celos y las inconsistencias siempre serán mis confidentes. Te dejo esta carta sin cellar, no quiero discutir ni tampoco quiero que me quieras. Esto es para ti y nunca será para tú nombre. Ámame, yo no sé hacerlo bien. No tengo apellido, punto ni final. No tienes silencio, sombras ni corazón. Quiero dejar de pensar en que la vida tiene un sentido y que no puedo contener lo que ello significa estando fuera de tu puerta. Todo esta lleno de basura. No te conozco. La mañana te mira, las calles, la luna y mis campanas soleadas. No quiero, no quiero nada. No puedes saber de mí. Los días van pasando. No te conozco nada.
domenica, aprile 05, 2009
Positivo
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