Desde Santiago a la nada
En uno de esos días en que pareces no pertenecer ni aquí ni allá, un secreto a voces se descubrió inquieto frente a mis ojos. Creo que fue mi conciencia, la mochila negra y, el siempre insuficiente, pase universitario, los que detonaron la pérdida del dónde he guardado mis ideales. Los que, por estos días, saben a comerciales de televisión de bajo presupuesto…
En uno de esos días en que pareces no pertenecer ni aquí ni allá, un secreto a voces se descubrió inquieto frente a mis ojos. Creo que fue mi conciencia, la mochila negra y, el siempre insuficiente, pase universitario, los que detonaron la pérdida del dónde he guardado mis ideales. Los que, por estos días, saben a comerciales de televisión de bajo presupuesto…
...comenzaba a garuar en la Octava Región del Bío Bío.
Así, mire por un rato, junto a mi disco compacto, a la gente del paseo céntrico del “gran” Concepción, sin nada más que algunas ideas confusas y recuerdos vagos que regresaban desde mi querida capital al sur. Con ellas, me diluí entre cada cédula penquista y las memorias que mis abuelos relataron de estas tierras húmedas. Mientras, balanceando la vista, de la mano de un personal cualquiera, desde mi rostro empapado hasta uno que otro apunte extraviado de la clase de historia, comenzaba a palpitar con más fuerza la incertidumbre. Allí, donde las calles me vistieron de lluvias, Macdonald´s”, “Ripley´s” y Village´s”, me capturaron sus cánticos hipnóticos de fin de mes para olvidar mis problemas y unirme a toda esa gente con cara de reajuste hepatítico, para comprar a destajos, imitándolos, sí, como esos que a crédito ni siquiera tienen como pagarse la salud... la idiosincrasia de mercado.
Pasaron los minutos, allí seguía, sobre un banco húmedo de estilo francés con sus inscripciones de amor y cultura importada, sentada sin pesadumbre, mirando de reojo ese “Kevin I love you”, que rozaba mis ideas sin causar emoción alguna, en tanto, esperaba a la carroza para alejarme de tanta soledad. Mas fue en ese momento, entre bancas, inscripciones y desahucio, que un blondo personaje despertó mi sangre anti “Smiths” y me apartó de caer en la tentanción. Intenté contenerme, más mi arrebatada cabeza no jugó a favor de la calma. Sí, fue ese galán de rasgos araucanos, con sus pantalones caídos, zapatillas anchas y su gorro “I love NY” que comenzó a sacudir mi cabeza. En ese instante, comencé a tener visiones terroríficas, mi cuerpo entró en un transe fuera de si; jóvenes alternativos, cabras chicas gritonas, rojos vip, brujas, primer plano y todos los entes desechables de la televisión nacional que me volvían loca estraron a escena. Era ese olor a ciudad en desarrollo, donde todos a la inglesa cobran sus sueldos a fin de mes, para luego endeudarse como la América lo requiere. Sí, ese paraíso “chilensis” que pretende hacer del “reggetón” baile típico y de paso bautizar a las “go-go dancer” como las nuevas chinas de la cueca criolla... Santiago de Chile se hizo presente en la alameda de la Octava maravilla, para gritar que no hay que ceder... no debo perderme en ellos...
Y regresé, después de unos segundos volví en mí, y toda esa problemática, aquel dorado personaje y mis temores se alejaron del paseo principal; regresé a Concepción. Así, me levante sudando temblores y, por primera vez, temí estar lejos de la metrópolis. No quise esperar ni un segundo más y con enferma locura respiré el aire limpio de vaho y morfina, consolandóme de mi exilio necesario, bajo una lluvia sureña que me acariciaba el cuerpo para calmar mi ausencia, en tanto, una voz ponía en duda mis ideas, denominándolas salvavidas reforzados por la esperanza de estar en un sitio distinto, sin embargo, tenía claro que lo único real era el paisaje penquista… mi “CD” se detuvo y, con ello, mi transe, mi presente y mis recuerdos. Mas fue allí, en esa avenida principal de Concepción, en donde los vi por segunda vez. Exacto, sin más sonido que el de sus gentíos sobre el asfalto, hablando, otra vez, un idioma casi poseído por el diablo de las comunicaciones; comencé a despertar. Mis oídos asimilaron lentamente los gritos provenientes de las ofertas del 60% lleve ahora y pague “con su vida” y, de a poco, iba digiriendo a todos esos kioscos llenos de revistas Tú, Miss 17, Cosas, Que Pasa, entre otras. Quise no mirar a todas las bolsas con tacos de última temporada, intenté no enceguecerme con esas mujeres que sobre sus trajes coloridos apuntaban sin piedad y gritaban “freak” a todo aquel que no se vistiera en Falabella o Almacenes Paris. Fue ahí, en donde supe que el Sur ya no era la tierra que mis abuelos contaban, ese sitio de personas melódicas, regordetas y de guerreros campechanos, llenos de pascualas y de revoluciones guitarreras, lugar en el que yo siempre quise estar y que hasta ahora había negado, dividiéndome el corazón entre lo que deseaba que fuera Santiago y los recuerdos de mi familia. Porque sólo era la desgracia de mi esperanza, saber que extrañaba a una capital camuflada de cariño, sentimiento que era en realidad peor que la realidad universitaria me había enseñado. Así desperté, junto a un contra sueño, dibujo burdo, copia de Santiago, el que también era calco de Buenos Aires, que imita a su vez a España, lo cual me derivó, inevitablemente, a dedicar pedazos de razonamientos locos, impregnados de una masa amorfa llamada “cultura desechable”, para después recordar a la coronada “globalización” y de paso sentirme intimidada, mientras los carteles de las rubias y espigadas me decían que no hay vuelta atrás. Mas mi consuelo es que aún es tiempo de salvarme, y aunque mi Sur cada vez se refleje como una copia de otra mal hecha...
…es hora de regresar a casa, y pensar en otras cosas…
Así, mire por un rato, junto a mi disco compacto, a la gente del paseo céntrico del “gran” Concepción, sin nada más que algunas ideas confusas y recuerdos vagos que regresaban desde mi querida capital al sur. Con ellas, me diluí entre cada cédula penquista y las memorias que mis abuelos relataron de estas tierras húmedas. Mientras, balanceando la vista, de la mano de un personal cualquiera, desde mi rostro empapado hasta uno que otro apunte extraviado de la clase de historia, comenzaba a palpitar con más fuerza la incertidumbre. Allí, donde las calles me vistieron de lluvias, Macdonald´s”, “Ripley´s” y Village´s”, me capturaron sus cánticos hipnóticos de fin de mes para olvidar mis problemas y unirme a toda esa gente con cara de reajuste hepatítico, para comprar a destajos, imitándolos, sí, como esos que a crédito ni siquiera tienen como pagarse la salud... la idiosincrasia de mercado.
Pasaron los minutos, allí seguía, sobre un banco húmedo de estilo francés con sus inscripciones de amor y cultura importada, sentada sin pesadumbre, mirando de reojo ese “Kevin I love you”, que rozaba mis ideas sin causar emoción alguna, en tanto, esperaba a la carroza para alejarme de tanta soledad. Mas fue en ese momento, entre bancas, inscripciones y desahucio, que un blondo personaje despertó mi sangre anti “Smiths” y me apartó de caer en la tentanción. Intenté contenerme, más mi arrebatada cabeza no jugó a favor de la calma. Sí, fue ese galán de rasgos araucanos, con sus pantalones caídos, zapatillas anchas y su gorro “I love NY” que comenzó a sacudir mi cabeza. En ese instante, comencé a tener visiones terroríficas, mi cuerpo entró en un transe fuera de si; jóvenes alternativos, cabras chicas gritonas, rojos vip, brujas, primer plano y todos los entes desechables de la televisión nacional que me volvían loca estraron a escena. Era ese olor a ciudad en desarrollo, donde todos a la inglesa cobran sus sueldos a fin de mes, para luego endeudarse como la América lo requiere. Sí, ese paraíso “chilensis” que pretende hacer del “reggetón” baile típico y de paso bautizar a las “go-go dancer” como las nuevas chinas de la cueca criolla... Santiago de Chile se hizo presente en la alameda de la Octava maravilla, para gritar que no hay que ceder... no debo perderme en ellos...
Y regresé, después de unos segundos volví en mí, y toda esa problemática, aquel dorado personaje y mis temores se alejaron del paseo principal; regresé a Concepción. Así, me levante sudando temblores y, por primera vez, temí estar lejos de la metrópolis. No quise esperar ni un segundo más y con enferma locura respiré el aire limpio de vaho y morfina, consolandóme de mi exilio necesario, bajo una lluvia sureña que me acariciaba el cuerpo para calmar mi ausencia, en tanto, una voz ponía en duda mis ideas, denominándolas salvavidas reforzados por la esperanza de estar en un sitio distinto, sin embargo, tenía claro que lo único real era el paisaje penquista… mi “CD” se detuvo y, con ello, mi transe, mi presente y mis recuerdos. Mas fue allí, en esa avenida principal de Concepción, en donde los vi por segunda vez. Exacto, sin más sonido que el de sus gentíos sobre el asfalto, hablando, otra vez, un idioma casi poseído por el diablo de las comunicaciones; comencé a despertar. Mis oídos asimilaron lentamente los gritos provenientes de las ofertas del 60% lleve ahora y pague “con su vida” y, de a poco, iba digiriendo a todos esos kioscos llenos de revistas Tú, Miss 17, Cosas, Que Pasa, entre otras. Quise no mirar a todas las bolsas con tacos de última temporada, intenté no enceguecerme con esas mujeres que sobre sus trajes coloridos apuntaban sin piedad y gritaban “freak” a todo aquel que no se vistiera en Falabella o Almacenes Paris. Fue ahí, en donde supe que el Sur ya no era la tierra que mis abuelos contaban, ese sitio de personas melódicas, regordetas y de guerreros campechanos, llenos de pascualas y de revoluciones guitarreras, lugar en el que yo siempre quise estar y que hasta ahora había negado, dividiéndome el corazón entre lo que deseaba que fuera Santiago y los recuerdos de mi familia. Porque sólo era la desgracia de mi esperanza, saber que extrañaba a una capital camuflada de cariño, sentimiento que era en realidad peor que la realidad universitaria me había enseñado. Así desperté, junto a un contra sueño, dibujo burdo, copia de Santiago, el que también era calco de Buenos Aires, que imita a su vez a España, lo cual me derivó, inevitablemente, a dedicar pedazos de razonamientos locos, impregnados de una masa amorfa llamada “cultura desechable”, para después recordar a la coronada “globalización” y de paso sentirme intimidada, mientras los carteles de las rubias y espigadas me decían que no hay vuelta atrás. Mas mi consuelo es que aún es tiempo de salvarme, y aunque mi Sur cada vez se refleje como una copia de otra mal hecha...
…es hora de regresar a casa, y pensar en otras cosas…
8 commenti:
Es que te pasas
nunca pierdes el encanto, ni siquiera escribiendo
en nada...absolutamente
de verdad admiro la forma y la capacidad que tienes para poder expresarte a traves de la escritura
*o*
y te quiero!!!!
=D
SOY ÁLVARO
me gusto mucho, cada vez q leo sus cosas me imagino todo lo q va detallando, me gusta esa facilidad de poder escribir lo q esta viendo o pasando
la forma de expresar todo, de ir analizando, no se a mi me pasa algo cuando leo, obviamente si no engancho no me imagino nada, pero cada vez q leo algo suyo engando deinmediato y me imagino todo el texto y me gusta de verdad me gusta mucho lo q escribe
yo soy de admirar a pocas personas, claramente tu eres una de ellas
bueno me despido grcias por tu confianza y tu amistad
muchos besos
aios
ÁLVARO
esta buenisimo... la facilidad está!!! o no?? jajja esta clarisimo..., la verda es que tienes toda la razon en lo que escribes, aunque te refieras al sur principalmente, creo que va en aumento provincial, nacional, mundial, etc... lo unico que espero es que el mundo no se convierta en una globalizacion -10.000 ( eso seria espantoso)... no podria hacer todo lo que quiero!!!
un beso enorme, te felicito y nada... nos estamos viendo quizas muackkk!!!!
pd: nunca dejes de escribir, eri capisima!!!
Hola mi linda
Lamentablemente estamos hundidos en una cultura desechable, sin más ni más, el intento por "alcanzar la fama" quien sabe qué es eso, conduce a una gran cantidad de "infantes" compradores compulsivos y seguidores de estéticas extranjeras mal incorporadas a nuestra idiosincrasia chilensis, pero así es, y seguirá siendo, prudentes debemos ser, oh si!, prudentes!, como si fuera tan fácil, (ja!), y pretender quedarnos con los recuerdos de niños, de las historias de nuestros abuelos, de los que hicimos nuestros recuerdos y contamos como vivencias.
Un gusto leerla, como siempre, disfruto leyendo sus escritos…
Besos
Mmmm...
Es posible decir que dentro de muchas lineas de desesperanza encuentras un poco de razón... como el hecho de ser menos, te impulsa a imitar lo que en cierta manera admiras pero que siempre terminas envidiando.
Ese era un tema recurrente en tu paso por Concepción, recuerdo que más de una vez te quejaste por ello... pero no es el único.
Buen texto pero te he leído otros mejores, no termines como muchos adolescentes que encuentran en "decir la verdad y la verdad debe doler porque es verdad". escribe algo igual de extenso pero concentrate en todo lo puedes rescatar de... que sé yo, "algo".
que se llamaba Jorge y que dijo
Mmmm...
Es posible decir que dentro de muchas lineas de desesperanza encuentras un poco de razón... como el hecho de ser menos, te impulsa a imitar lo que en cierta manera admiras pero que siempre terminas envidiando.
Ese era un tema recurrente en tu paso por Concepción, recuerdo que más de una vez te quejaste por ello... pero no es el único.
Buen texto pero te he leído otros mejores, no termines como muchos adolescentes que encuentran en "decir la verdad y la verdad debe doler porque es verdad". escribe algo igual de extenso pero concentrate en todo lo puedes rescatar de... que sé yo, "algo".
pa la cagá.
anonimos, es una tristeza que pueda saber quienes son, pero de todas maneras, gracias por dar sus opiniones.
Sin embargo, son anonimos, y no puedo extenderme más porque es mejor siempre ser alguien al dar una opinión, aunque ese alguien sea otro más dentro de los cientos que caminan por ahi.
^^
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